Seis días en las playas de Tailandia es un plan ideal para descansar pero había que organizarlo bien si queríamos disfrutar sin gastar demasiado dinero y sin mezclarnos con muchos turistas. Al final, se nos dio bien: estuvimos en Ao Nang, Ko Phi Phi y Ko Lanta.
Ao Nang es un pueblo turístico de la provincia de Krabi, cuyas playas son bonitas aunque no paradisíacas como uno podría esperarse. Eso sí, hay bares, restaurantes, locales de ropa y sitios de masajes por toda la calle principal que termina en la playa donde hay más restaurantes y algunos resorts. Para pasear por la noche o escuchar música en vivo en sus bares abiertos está muy bien. El entorno natural además es muy bonito y aunque el mar no sea de aguas cristalinas, hay zonas donde uno se puede bañar a gusto y disfrutar de tranquilidad.
Estuvimos en Ao Nang un día al llegar desde Bangkog y otro día al regresar de Ko Lanta para volar a Bangkok de regreso, una semana después. Hay gente que en vez de hacer así, se hospeda cuatro o cinco días en Ao Nang y de ahí va y viene en el día en excursiones pero nosotros queríamos visitar las islas con más calma así que preferimos tomarnos un ferry a Ko Phi Phi y quedarnos ahí dos noches.
Ko significa isla y Phi Phi en realidad son dos islas: Phi Phi Don y Phi Phi Leh. Ésta última se puede visitar con excursiones de un día pero no se permite dormir ahí ni acampando porque está protegida. De hecho, antes de que se rodara la película La Playa en el año 2000, la isla era totalmente virgen. Hoy en día, te cobran 400 baht (10€) por persona para pisar la isla aunque solo quieras hacer unas fotos. Se paga al llegar y te dan un ticket por lo abonado. Es una Reserva natural.
Nosotros nos hospedamos en la isla Phi Phi Don, en la zona de la bahía Ba Kao, donde hay un resort de lujo frente al mar y unos resorts más simples detrás rodeados de bares y restaurantes de bambú. El pequeño pueblo nos encantó, sobre todo por la noche. Nos habían dicho que en Phi Phi no se puede dormir en toda la noche de lo fiestera que es la isla pero nosotros decidimos irnos lejos del embarcadero al que llegó nuestro barco desde Ao Nang. Alejarnos de Ton Sai, el puerto de embarque, fue la mejor idea que tuvimos. De ese lado el mar estaba revuelto y sucio, hacía viento y el cielo anunciaba lluvia el día que llegamos a la isla, así que solo pudimos dar un paseo pero descansamos, alejados del bullicio de Ton Sai y al día siguiente estábamos mucho más cerca de Phi Phi Leh para conseguir llegar a Maya Bay antes que la mayoría de turistas.
Maya Bay, donde se rodó la película La Playa, es una playa bonita pero no se puede entrar al agua por la orilla y ponerse a nadar. Al menos, no se pudo cuando nosotros fuimos. El fondo está lleno de piedras y corales rotos así que hay que tener cuidado de no lastimarse. El agua es cristalina pero no hay profundidad en la zona que dejan para el turista que es menos de la mitad de la playa porque el resto de orilla está cubierta por los barcos que atracan en la isla. Lo bueno es que al llegar sobre las 8 y algo de la mañana no había tanta gente como cuando nos fuimos sobre las 9.
Alquilamos un bote-taxi solo para nosotros dos así que cuando nos cansamos de la playa volvimos al barquito y el chofer nos llevó a hacer snorkel. Desde donde estábamos podíamos ver aún la playa pero el agua era más cristalina y azul y en cuanto nos tiramos, nos rodeamos de peces. Fue una experiencia muy bonita nadar entre los peces.
La siguiente parada fue la laguna Phi Leh donde no vimos peces pero sí disfrutamos de un paisaje increíble: aguas turquesas en un entorno de acantilados precioso. El agua turquesa por fin era como el que veíamos en tantas fotos publicitarias sobre Tailandia.
Teníamos la barca alquilada por cuatro horas así que aún nos quedaba ver algo más: la isla de los monos. Sí, una playa donde los monos campan a sus anchas y hacen lo que les da la gana sin importar cuantos turistas vengan a verlos. Son muy graciosos y es curioso verlos de tan cerca y en su hábitat natural. La pena es que algunos turistas en su ignorancia apagan sus cigarrillos en el agua de las rocas, cosa que es aprovechada por los monos para mordisquear las colillas.
Al volver a Phi Phi Don, la isla habitada, no volvimos a nuestra cabañita sino que nos quedamos en la playa del otro lado, en la playa Nui. El día anterior con el cielo nublado no habíamos podido apreciar la belleza semejante de esa playa: la arena blanca, mar turquesa, entorno verde en un paisaje casi virgen. Ni resorts a pie de playa, ni multitud de turistas ni barcas. Lo que teníamos frente a nosotros para pasar todo el día era una playa hermosa y tranquila donde no solo se podía nadar junto a los peces sino también descansar a las sombras de los árboles. Disfrutamos de una tarde increíble hasta que el cielo anunció tormenta.
Al día siguiente, el bote de nuestro “resort” nos llevó a Loh Dalam, la bahía que está justo al otro lado del puerto de Ton Sai, a cinco minutos andando. Nos quedamos en la playa, que también estaba tranquila y aunque había resorts sobre nuestras cabezas y la arena no era tan suave, el entorno seguía siendo hermoso y el agua cristalina. Pasamos una mañana hermosa antes de embarcarnos hacia Ko Lanta donde pasaríamos tres días antes de volver a Ao Nang.
Próximo relato: Ko Lanta
Eso tiene una pinta increíble para ir a escalar!
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