Ver el Cambio de Guardia en el Palacio de Buckingham, dar una vuelta por Hyde Park, otra por Green Park, sentirse pequeño frente a la Abadía de Westminster o ante el Puente de la Torre o en Picadilly Circus, quedarse soñando con el Big Ben o hacer una falsa llamada dentro de una cabina roja de teléfono, son algunas de las cosas que me atraían de visitar Londres allá por 2010.
La cercanía y la oferta de vuelos baratos entre Madrid y Londres hace que viajar un fin de semana a la capital inglesa sea fácil y económico. Mi hermana, mi hermano y yo decidimos recorrer Londres en tres días, de los cuales solo uno nos llovió para sorpresa de todos.
Londres no necesita presentación. Es un imperdible en un viaje por Europa. Es una ciudad a la que volverás mil veces por distintos motivos y la encontrarás diferente. En Londres se me despertaron los cinco sentidos y se volvieron locos.
El metro de Londres es caro, muy caro comparando con el de Madrid, y mi bolsillo universitario no podía permitirse grandes gastos, así que poco lo utilizamos. Puede parecer una locura recorrer toda la ciudad andando pero eso fue exactamente lo que hicimos. ¿Y cómo me gusta viajar a mi? Caminando. Así que así de feliz estaba yo.
De mi primer viaje a Londres hace ya seis años así que no recuerdo exactamente los recorridos exactos y qué día hicimos qué pero recuerdo anécdotas y eso es lo que me gustaría recordar en este relato.
Llegamos a Victoria Station mi hermana y yo para encontrarnos con nuestro hermano que estaba viviendo en Inglaterra desde hace un tiempo. Ninguno tenía un plan de viaje así que nos fuimos amoldando a lo que la ciudad nos iba ofreciendo. Paseamos por los barrios londinenses descubriendo la arquitectura victoriana y la amabilidad y cordialidad de los locales ante nosotros, turistas perdidos mirando un mapa al revés.
Caminando, caminando, llegamos al Big Ben nos fotografiamos junto a la entrada al metro, al «Underground», y en el puente y en los teléfonos rojos. Los taxis que pasaban me trasladaban en el tiempo, me parecía estar dentro de una película del siglo XIX.
Recuerdo también que callejeando llegamos a Coven Garden donde un humorista estaba haciendo reír a la gente y según pasamos con mi hermano, a quien le gusta usar boina y americanas grises, el humorista lo señaló diciéndo en voz muy alta a su público que dieran un aplauso al que según sus palabras era un «auténtico gentleman». Mi hermano, sin dudarlo ni un segundo, se sacó su boina y haciendo una reverencia agradeció a su improvisado público, mientras mi hermana y yo no dejábamos de reír.
De aquellos tres días en Londres recuerdo la agotadora caminata hasta el «Tower Bridge» y la comida en un «take away» a mitad de camino, por nada más y nada menos que 5 libras esterlinas, precio que nos pareció ideal para nuestro presupuesto «low cost»; y los edificios altos de oficinas donde la gente iba y venía a toda prisa: la city.
Si de parques se trata, Londres no se queda atrás: Hyde Park, Green Park, St. James Park. Uno más bonito que el otro. Los recorrimos a pie, disfrutando de la tranquilidad, del comienzo de la primavera y de ese verde tan verde que nos recuerda que estamos en una ciudad donde llueve a menudo.
El Cambio de Guardia en el Palacio de Buckingham es algo muy curioso de ver y aunque hay mucha gente amontonada alrededor de las rejas y la espera se puede hacer pesada, creo que merece la pena. Es importante conocer los horarios y días del cambio para no perdérselo.
También recorrimos Chinatown donde no solo los restaurantes son chinos, sino también los periódicos apilados en los buzones, la gente que va y viene con palets y cajas, la comida ambulante, los negocios de todo tipo y los carteles e inscripciones de distintos edificios y portales. Es muy curioso de ver porque parece que uno ha cambiado de país. Y así es Londres, una ciudd multucultural, llena de sorpresas.
Y hay algo que no les conté antes y es que en nuestro viaje por Londres, mi hermana y yo jugábamos a ser reporteras y tratábamos de relatar el viaje en pequeñas piezas de video que nunca edité y que hoy volví a ver y a sonreír. Me acordé por ejemplo, de llegar a Picadilly Circus y quedarme impresionada por el tamaño de los carteles que luego se iluminaron. La imagen se me hizo tan cercana, tan representativa del Londres de las películas y de los libros de la escuela que volví a sentirme como si estuviera dentro de una pieza de ficción y lo mismo me volvió a ocurrir en Trafalgar Square. Y así en cada rincón de esta ciudad maravillosa que se renueva día a día conservando los detalles que la hacen tan única, tan irrepetible.
Foto actualizada de Picadilly Circus en agosto de 2016:
Anda! Que gracia sería ver esos vídeos…. ojalá algún día encuentres el tiempo para editarlos!
Muy buen viaje… tenemos que repetir algo parecido pronto!
Besos,
Fer