Cuando una regresa a su ciudad natal después de tantos años de vivir en el extranjero, todo le da nostalgia y dan muchas ganas de recorrer lugares que en el recuerdo son mágicos. Entre esos lugares en mi mente estaba
Miramar, una ciudad de la costa atlántica argentina que tiene su encanto no solo para mí sino para muchos turistas que la eligen cada año para pasar sus vacaciones.
Como es una ciudad que tenemos cerca, a menos de una hora de Mar del Plata en micro o en auto, podemos ir y venir en el día. La ruta de la costa es hermosa porque vas pasando por las famosas playas del sur de Mar del Plata, por los Acantilados, los barrios más tranquilos, el Complejo Chapadmalal y sus hoteles, campo y otra vez playa. Ahora ya se trata de las playas de Miramar con sus balnearios y sus campings. Y ya se va observando otro ambiente, más relajado quizá.
|
Arco Gral. San Martín, Miramar, enero 2014 |
A pesar de que las playas de Miramar son tranquilas, las de la entrada estaban llenas de gente, así que tras atravesar el Arco San Martín y entrar a la ciudad oficialmente, buscamos una playa tranquila, una sin balneario. ¡Y la encontramos! Tras bajar unas escaleras llegamos a una playa de arena gruesa con caracoles rotos y piedras chiquitas. ¡Un entretenimiento para mi sobrina!
Y así fue como terminamos con los bolsillos llenos de piedritas en forma de corazón o caracoles pegados el uno al otro. Todo muy romántico y muy tierno, sobre todo visto desde los ojos de una niña dulce como es mi sobrina. El agua estaba muy fría y había muchas rocas pero para chapotear en la orilla y jugar entre las rocas estaba genial. ¡Qué lindo es sentirse una niña otra vez! ¡Qué felicidad!
Pero Miramar no es solo playas, así que después de tomarnos unos mates nos fuimos a caminar por el centro, a pasear por la peatonal comercial, tomarnos un helado en una esquina, y visitar la plaza principal para seguir jugando. Hacía años que no me hamacaba o no montaba en el sube y baja en Miramar y fue muy lindo rememorarlo y poder compartirlo con mi sobrina.
La verdad es que la ciudad tiene muchos encantos, como el Bosque energético que conocí de pequeña, en el que descubrí cómo dejar un palito de pie, donde sentí por primera vez la energía especial de Miramar al tocar con los dedos del pie los palitos del suelo mientras cerraba los ojos, y donde sentí algo especial que vuelve a mí cada vez que lo rememoro. Es una sensación que pocas veces volví a sentir en un lugar así. Lamentablemente, en esta escapada no llegamos a ir así que me lo debo para la próxima visita a la ciudad.
Lo que sí descubrimos es una nueva pieza de arte que no estaba ahí la última vez que había visitado la ciudad: el Árbol tallado Madre Naturaleza. Se trata de una hermosa escultura tallada en madera sobre la base de un árbol ancestral de la Plaza Islas Malvinas.
|
Árbol tallado Madre Naturaleza, Miramar, enero 2014 |
Detalles como el Árbol tallado hacen de Miramar una ciudad hermosa, que respeta la cultura y la naturaleza al mismo tiempo, una ciudad en armonía. Tal vez esa armonía es lo que me encanta de Miramar.
Ojalá en este pequeño artículo les haya podido transmitir parte de lo que me transmite esta bella ciudad. En las próximas publicaciones seguiré contando las pequeñas y grandes escapadas que fueron formando parte de
Mi Propio Viaje por Latinoamérica. ¡Que las disfruten!