Si me hubieran preguntado antes si se podía conocer Corrientes en 24 horas supongo que habría dicho que no pero después de haber disfrutado de un día maravilloso con una familia correntina encantadora podría afirmar lo contrario. No sé si conocimos literalmente Corrientes pero se puede decir que disfrutamos de gran parte de sus encantos: el Carnaval veraniego, un asado familiar auténticamente correntino, un paseo por pueblos cercanos, visita a un antiguo ferrocarril, y paseo por la Costanera. ¿Qué más se puede pedir?
Sin darme cuenta hacía ya un par de meses que mi propio viaje por Latinoamérica había empezado. Quizás no era consciente de ello. Hacía un mes y pico que no salíamos de la ciudad y yo tenía muchas ganas de viajar. A veces creo que es enfermizo, porque no puedo controlar las ganas de viajar y me entra mucha ansiedad. La cuestión es que a mi compañero de aventuras en esta vida se le ocurrió que podíamos viajar a Posadas a visitar a un amigo suyo que hacía tiempo tenía ganas de ver. Así matábamos dos pájaros de un tiro. Y entonces pensamos en pasar por Gualeguaychú de camino para conocer uno de los Carnavales más famosos del país, pero la ocupación hotelera estaba casi al 100% y las entradas estaban agotadas para todas las fechas porque era el último fin de semana del Carnaval en Argentina. Así que pensamos en Corrientes.
En realidad hacía tiempo que queríamos ir a Corrientes, a conocer a la familia de mi cuñado que siempre nos está diciendo que vayamos. Así que nos decidimos en menos de una semana y preparamos las valijas, el auto y el mate para el camino. Al mejor estilo argentino, como solían viajar mis bisabuelos, agarramos la ruta de Mar del Plata a Buenos Aires con la ilusión de unos adolescentes. Pasamos la noche en Buenos Aires, en casa de mis tíos que siempre me miman cuando ando de pasada por la Capital. Y el sábado a la mañana bien temprano emprendimos viaje hacia Corrientes. Lo que no sabíamos es que tardaríamos más de diez horas en llegar por la caravana de coches en la ruta. La próxima vez que se me ocurra viajar en auto para el feriado puente de Carnavales que alguien me detenga por favor.
Llegamos a Corrientes tardísimo, sobre las once de la noche, con hambre y ganas de ir a los Carnavales que mi cuñado había hecho famosísimos. Gracias a la predisposición y a los buenos contactos de su hermano, pudimos conseguir una plaza en las plateas del Corsódromo que estaba llenísimo de gente. Y la verdad es que fue increíble. Nunca había vivido un Carnaval tan alegre, donde todo el público canta, baila y aplaude. Se respiraba alegría pura; los trajes llenaban la pasarela de color; y sus bailarines, de una energía especial. Disfrutamos tanto como si fueramos parte de la familia correntina desde siempre. Fue un momento inolvidable. Descubrimos porqué Corrientes es «La Capital Nacional del Carnaval».
Al día siguiente, desayunamos al aire libre en el parque de la casa donde nos alojamos, y más tarde llegaron familiares de mi cuñado y comimos un rico asado argentino. Pasamos un momento muy agradable en familia para irnos después a visitar una localidad cercana.
El pueblo que visitamos se llama Santa Ana y conserva dos locomotoras y varios vagones junto a un anden, resguardados bajo un techo de chapa. Por lo que pude saber después gracias a la página Alepolvorines, esos trenes no pertenecían al famoso Tren Económico de Corrientes sino que fueron traídos desde otra población.
Al regreso a Corrientes Capital dimos un paseo por la Costanera nueva y la vieja. Si bien Corrientes no tiene acceso al mar, ésta playa no tenía nada que envidiarle a otras de la costa atlántica.
La Costanera, Corrientes Capital, Marzo 2014 |
Ésta historia y otras tantas son parte de Mi propio viaje por Latinoamérica.