Paseando por Luang Prabang

Hoy tuve un día único. De esos que jamás olvidaré. Y lo curioso es que pasé casi todo el día sola y sin hablar. Lo crean o no, así fue. Y aunque mi cabeza no para de pensar ni aunque esté haciendo meditación la experiencia del silencio es muy gratificante. Pero antes de hablar de eso, me gustaría contar el día maravilloso que pasé en Luang Prabang.

Calle tranquila, Luang Prabang, Laos, 2015
Calle tranquila, Luang Prabang, Laos, 2015

Estoy en Luang Prabang, en un país llamado Laos del que muchos de mis amigos como yo hasta hace un tiempo no han oído hablar jamás. Es un país que ocupa la mitad del territorio de España pero con una enorme diversidad cultural y natural. Luang Prabang está en el norte y es muy verde.

Al despertarme solo tenía clara una cosa, en esta ciudad hay miles de templos así que me quiero hartar de ellos. Y eso hice. Pero antes me pasó una cosa curiosa. Sentada a la mesa para desayunar dos chicas me contaron que iban a ir a visitar el centro Big Brother Mouse donde colaboran con los niños menos favorecidos y si podían darían una clase de inglés. Fue un poco decepcionante llegar y encontrarse que había más profesores que alumnos. Pero bueno, ya tendremos oportunidad de enseñar inglés en otro lado.

Big Brother, Luang Prabang, Laos, 2015
Big Brother Mouse, Luang Prabang, Laos, 2015

Como tenía planeado, me fui a dar una vuelta por la calle principal donde se encuentran no solo los restaurantes, cafés y locales de agencias de viaje sino también los templos. Unos una calle más abajo o mas arriba pero mas o menos todos en hilera. Me dirigía hacia el más grande y famoso que está al final de la calle, justo antes de que el río haga una curva, pero antes me topé con unos monjes budistas trabajando. Curioso para mi ya que pensé que no realizaban trabajos de construcción.

Monjes budistas trabajando, Luang Prabang, Laos, 2015
Monjes budistas trabajando, Luang Prabang, Laos, 2015

Contra más caminaba por Luang Prabang más me gustaba la ciudad. Puedo caminar por las aceras, cosa que en Vietnam no. Puedo cruzar la calle sin problemas porque el tráfico de motos y coches no es caótico. Puedo seguir mi camino sin ser perseguida por miles de vendedores ya que en Laos te ofrecen pero no insisten. Me cruzo con decoraciones hermosas según voy avanzando. No hay edificios deplorables sino casitas bajas muy cuidadas. Y sobre todo, escucho el silencio la mayor parte del tiempo. Y eso me encanta.

Serpientes plateadas, Luang Prabang, Laos, 2015
Serpientes plateadas, Luang Prabang, Laos, 2015

El primer templo en el que entré fue el de Souvannakhiri donde había una exposición sobre la importancia de la meditación en la cultura religiosa de Luang Prabang. Lo que más me llamó la atención son las lámparas de papel de colores fuera del templo bordeando el techo. Dentro, como siempre, un Buda dorado en el centro del «altar» con sus correspondientes ofrendas y la almohada para apoyarse al rezar.

Templo de Souvannakhiri, Luang Prabang, Laos, 2015
Templo de Souvannakhiri, Luang Prabang, Laos, 2015

El segundo templo que visité fue el más grande, famoso y antiguo de Luang Prabang: Wat Xieng Thong. La entrada al recinto se paga 20.000 kips que son unos 2€ aproximadamente. No hay solo un Templo sino también las habitaciones de los monjes que viven allí, una sim o capilla cuyos tejados llegan al suelo, varias «stupas» y tres capillas. La que más me llamó la atención fue la Hohng Kep Mien que casi como si fuera un galpón guarda la carroza ceremonial que transportaba las urnas funerarias de oro de la realeza de Laos. Las «nagas» o serpientes de lenguas rojas le dan el acabo. Al fondo, budas de todos los tamaños me observaban y yo a ellos.

Budas en Wat Xieng Thong, Luang Prabang, Laos, 2015
Budas en Wat Xieng Thong, Luang Prabang, Laos, 2015

Seguí caminando y entré al Templo  Pak Kanun Khammgkhun, tan blanco como el primer templo al que entré. Y también tenía al lado el establecimiento donde duermen y una especie de living donde comen los monjes.

La calle llegó a su fin y la que curzaba estaba totalmente vacía. El silencio era absoluto. Solo se escuchaba el barrer del señor de la limpieza. Y agudizando el oído la corriente del río. Me acerqué al mirador y me quedé un rato mirando el río, viendo cómo los obreros estaban construyendo un puente de bambú hacia el otro lado del río. Lo construyen cuando termina la estación de lluvias.

Ladera del río donde construyen el puente de bambú, Luang Prabang, Laos, 2015
Ladera del río donde construyen el puente de bambú, Luang Prabang, Laos, 2015

El río invitaba a bordearlo así que me lancé a la caminata por su ladera. De cuando en cuando me encontraba un barcito chill out improvisado casi sobre el río. Al otro lado de la calle, hostales, guesthouse y casitas coloniales francesas. Las calles estaban vacías. Se respiraba una tranquilidad absoluta.

Calle vacía junto al río, Luang Prabang, Laos, 2015
Calle vacía junto al río, Luang Prabang, Laos, 2015

Me metí en el templo Sensoukharam que encontré callejeando porque las indicaciones de los locales no eran muy acertadas. El templo era bonito pero mas o menos igual a todos. Pero en este se encontraba la clave de lo que me pasaría después por la tarde-noche.

Templo Sensoukharam, Luang Prabang, Laos, 2015
Templo Sensoukharam, Luang Prabang, Laos, 2015

Me asomé a lo que enseguida noté que eran habitaciones. Fuera, un monje con su traje naranja cerraba con hilo lo que parecían unas escrituras sagradas. Me acerqué sin invadirlo demasiado y le pregunté qué eran. Efectivamente, eran sus lecturas del rezo. Me contó que rezan dos veces al día, a las 4.30 am y a las 5.30 pm. Aprovechando la cercanía le pregunté sobre la meditación y si sabía donde podía practicarla. Me dijo, en el templo Pha Phai a las 6 después de la oración los monjes meditan y puedes unirte. Tomé nota y le comenté «usted se ve feliz, cómo lo hace?» y me dijo «tu también te ves feliz, lo veo en tu cara, tienes una sonrisa hermosa». Al oírlo me emocioné. De verdad, creo que entendí la felicidad.

Monje budista posando serio para la foto, Luang Prabang, Laos, 2015
Monje budista posando serio para la foto, Luang Prabang, Laos, 2015

Después de hablar con el monje seguí caminando y visité más templos, el SikhounMuan, el Ban Xieng Muan y otro donde había varias mujeres fuera armando paquetes de comida y enseres para la casa. No sé bien de qué se trataba pero parecía beneficiencia.

Templo Xieng Muan, Luang Prabang, Laos, 2015
Templo Ban Xieng Muan, Luang Prabang, Laos, 2015

Por la tarde, me fui a visitar el Palacio Real y su museo que tal como me habían advertido no tiene mucho que ver mas que las habitaciones de los reyes y sus hijos y regalos de China, Vietnam Tailandia, Camboya, Estados Unidos, Rusia, etc. como jarrones y vajilla. Nada se puede fotografiar. De hecho hay que dejar cámaras y bolsos en el guardarropa. Y como siempre, hay que entrar descalzo.

Museo y Palacio Real de Luang Prabang, Luang Prabang, Laos, 2015
Museo y Palacio Real de Luang Prabang, Luang Prabang, Laos, 2015

Al salir del Museo, me compré un jugo de frutas natural en un puesto de la calle y me fui a recorrer un poco más el centro de Luang Prabang antes de dirigirme a la colina de Phu Si para apreciar la ciudad desde arriba.

Vasos preparados para hacer jugo de frutas, Luang Prabang, Laos, 2015
Vasos preparados para hacer jugo de frutas, Luang Prabang, Laos, 2015

La colina Phu Si está en el medio de Luang Prabang y tiene más de 300 escalones. Al llegar, descansé en unos bancos de cerámica mientras admiraba las impresionantes vistas de la ciudad. Luang Prabang me pareció más hermosa aún si cabe.

Vistas desde el monte Phu Si, Luang Prabang, Laos, 2015
Vistas desde el monte Phu Si, Luang Prabang, Laos, 2015

La idea era ver el atardecer en Phu Si pero estaba lleno de gente así que recorrí un poco la zona, me lo pensé dos o tres veces y contra más se acercaba la hora más llegaba la gente y yo más me agobiaba. Así que decidí irme, vi el atardecer de camino hacia abajo pero preferí eso antes que estar en medio del gentío desesperado por una foto.

Descendiendo las escaleras del monte Phu Si, Luang Prabang, Laos, 2015
Descendiendo las escaleras del monte Phu Si, Luang Prabang, Laos, 2015

Cuando llegué abajo, ya estaba la calle ocupada por las tiendas del mercado nocturno así que aproveché para hacer algunas compritas. Regateé sonriendo y al final todos me hicieron descuentos. Más tarde volvería al mercado y me lo recorrería entero.

Mercado nocturno, Luang Prabang, Laos, 2015
Mercado nocturno, Luang Prabang, Laos, 2015

Eran casi las seis de la tarde cuando entré en el templo de Pha Phai tal como me había recomendado el monje. Delante estaban los monjes rezando mientras uno recitaba con micrófono la oración. Detrás, una mujer laosiana intentaba seguir las oraciones y un hombre occidental parecía en la misma situación que yo. A las seis se quedaron en silencio y comenzó la meditación. Y no es que yo no pensara en nada pero lo intenté y al menos por algún que otro minuto lo logré. La luz de la vela me ayudaba a abstraerme de todo, a aprovechar de ese momento mágico junto a los monjes budistas. Y el silencio se apoderó de mí llenándome de paz aunque sea por un momento. Me sentí bendecida.

Templo Pha Phai donde medité con los monjes, Luang Prabang, Laos, 2015
Templo Pha Phai donde medité con los monjes, Luang Prabang, Laos, 2015

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