Una pareja amiga (portugués él, española ella) nos invitaron a pasar unos días en casa de sus padres en Alcobaça a mediados de septiembre del año pasado. Ya habíamos estado en Portugal pero no conocíamos la zona salvo por lo que habíamos oído de ella, pero no hay nada mejor que viajar con un local para hacer una buena ruta viajera: Alcobaça, playas de San Pedro de Moel y Nazaré, Salinas da Fonte da Bica y Óbidos.
En nuestra ruta viajera por el Oeste de Portugal, la base fue Alcobaça, la ciudad natal de nuestro amigo Joao, donde sus padres nos recibieron como si fuéramos de la familia. De más está decir que comimos como los dioses (a veces siento que vengo a Portugal a comer) en el desayuno, el almuerzo y la cena. Y la verdad es que nos sentimos muy a gusto: si hay algo que me encanta de viajar es poder disfrutar de una buena comida con una familia local.
Alcobaça, a poco más de 100 km. de Lisboa, es una ciudad con un encanto especial. Lo más conocido de la comarca es el Monasterio Cisterciense fundado por la Orden de Alfonso I de Portugal. El Monasterio o Abadía de Alcobaça se encuentran en la Plaza 25 de Abril donde estuvimos varias veces durante nuestra estadía y donde se reúne la gente de la ciudad para tomar algo en las terrazas aledañas.
De camino al Monasterio pasamos por la Cámara Municipal de Alcobaça, un edificio rosa muy bonito rodeado de árboles y palmeras que me pareció de cuento de hadas.
Seguimos nuestro camino hacia el Monasterio, pasando por el Mercado en el que los lugareños hacen sus compras: frutas, verduras, carne, pescado, huevos, pollos, gallinas. Sí, había gallinas, de las que están vivas y cacareando. Un ambiente que me recordó al Mercado de Bolhao en Oporto.
Callejeamos un poco más y llegamos al mencionado Monasterio de Alcobaça, en la Plaza 25 de Abril. Dentro, se encuentran los sarcófagos de Don Pedro I y Doña Inés de Castro, protagonistas de la famosa historia de amor con trágico final.
Playas de la región
Acantilados, vientos fuertes, mar de aguas frías y grandes olas. Así son las playas de la costa oeste de Portugal. Y por más que fuimos a la «Praia da Falca» con idea de bañarnos, el viento frío pudo con nosotros y nos limitamos a pasear.
Después del primer intento frustrado de bajar a la playa a tomar el sol y bañarnos a pocos kilómetros de Alcobaça, nos fuimos a San Pedro de Moel, un pueblo costero muy bonito de casitas con mucho encanto y preciosas vistas.
De San Pedro de Moel fuimos a Nazaré y a la playa de la ola más grande del mundo, o mejor dicho al Mirador de Nazaré desde donde vimos no solo el pueblo sino su extensa playa, de un lado (el más virgen) vacía; y del otro llena de bañistas. Unas vistas que merecen mucho la pena.
Mañana de Surf en playa Baleal
Habiendo nacido en una ciudad donde se practica el surf casi tanto como se toma mate, siempre creí que algún día me compraría una tabla y me lanzaría al mar, pero a los 17 años me fui de la ciudad y la idea de aprender a surfear se quedó allá. Sin embargo, cuando hablamos de ir a pasar unos días a Portugal cerca de la playa, la idea volvió. Teníamos que intentarlo.
Joao nos llevó a la playa Baleal. El entorno era precioso y las olas no muy altas. Para aprender resultó ser un lugar ideal. Pero la verdad es que a pesar de que intentamos durante más de dos horas pararnos sobre la tabla, no lo conseguimos ni una sola vez. Lo máximo que estuve de surfear fue unos segundos en los que avancé recto hacia la orilla con una de las rodillas apoyadas y la otra pierna como tiene que ser. Aprender surf es más difícil de lo que creíamos. Lección aprendida, pero ¡qué bien lo pasamos!
Visita a Óbidos
Óbidos es una villa medieval que merece la pena visitar: por sus callejuelas de empedrado, por sus casitas blancas, por la muralla que la rodea, por su Castillo, por las vistas de la región y por su licor de ginja tan rico como el de Alcobaça.
Caminamos por las callejuelas de la villa medieval hasta alcanzar las escaleras que suben al Castillo. Hacía calor pero el esfuerzo fue compensado por unas vistas muy bonitas de Óbidos y sus casitas blancas.
Excursión a las Salinas da Fonte da Bica
Era nuestro último día en Alcobaça y en la región y el día estaba inestable pero queríamos conocer las Salinas da Fonte da Bica o Salinas naturales de Rio Maior, así que nos subimos al coche y emprendimos nuestra última ruta de viaje por la zona.
El entorno de las Salinas da Fonte da Bica es muy bonito y ver el trabajo que se hace en ellas para conseguir sal marina para uso doméstico, es muy interesante. El lugar está rodeado por casitas de madera, antiguos almacenes de sal que hoy sirven como comercios (un bar y un puesto de artesanías y de venta de sal marina). A un costado, la sal es acumulada en pequeños montoncitos donde se termina de secar para luego ser envasada.
Así culminamos nuestra visita a la región Oeste de Portugal, un recorrido en coche (caminando era complicado) por Alcobaça, San Pedro de Moel, Nazaré, Óbidos y las Salinas de Rio Maior. Un recorrido que nos dejó con muy buen sabor de boca.