Había visto fotos de la Bahía de Halong. Había oído hablar de su creación legendaria. Había leído anécdotas sobre los cruceros que la visitan. Pero nada se parece a la propia experiencia así que allá fui.
Fue mi primer día sin la compañía de mi amiga Lavinia, así que volvía a viajar sola, aunque la realidad es que la pareja de chilenos que conocimos en Hoian venía conmigo en el barco así que fueron mis grandes compañeros de viaje los dos días de crucero.
Había leído anécdotas bastantes negativas sobre la excursión a la Bahía de Halong como gente que encuentra cucarachas o garrapatas en su cama o que es mordida por los monos de una isla. A mi por suerte no me pasó nada de esto pero el barco era el más viejo y feo de la Bahía aquel primer día.
Al entrar al barco por la cocina no pude ver que existía una entrada principal lo cual me preocupó que estuviéramos entrando de contrabando en un barco donde no debíamos estar o algo así. Imaginación mía aparte, el hecho de ser solo siete personas en el barco y el aspecto tétrico del mismo, asustaba un poco a todos. Más tarde nos daríamos cuenta que no estábamos solos: un grupo de jóvenes neozolandeses habitaban el barco desde el día anterior.
Las vistas desde mi cuarto eran preciosas: la ventana daba a un lado del barco y la puerta al otro. Tenía dos vistas. La experiencia de dormir sola en un crucero en el mar iba a ser fascinante pero antes avanzamos un poco más con el barco hasta llegar a una zona donde paran casi todos los cruceros. El nuestro, por cierto, era el Lemon Cruise.
Aunque el día estaba nublado y fresco, pudimos hacer kayak en los alrededores de la playa a la que el barco nos llevó. No estaba tan linda el agua para nadar pero mereció la pena hacer el esfuerzo de remar para admirar el paisaje desde el kayak.
Al volver a la playa, aproveché a dar un paseo por la orilla y descansar antes de volver a la barca que nos llevaría de regreso al Crucero para prepararnos para la cena. Por suerte, en la cena nos encontramos con más gente, que llevada un día en el barco ya. Esa noche, todos cantamos y aplaudimos con el Karaoke.
Al día siguiente, el sol había querido salir así que pudimos ver las piedras o islotes de la Bahía de Halong con más precisión. El paisaje es hermosísimo y merece la pena la visita. Es cierto que por una noche de crucero puede ser caro pagar 120 USD pero no hay demasiadas opciones si uno quiere conocer esta maravilla de Vietnam.
Más tarde fuimos a una cueva donde no entendí nada de lo que explicaron. A veces pasa que el inglés de los vietnamitas no se entiende bien. Nuestro guía se esforzó muchísimo pero no se le entendía bien.
La excursión de dos días a la Bahía de Halong terminó con una rápida clase de cocina en el pequeño salón del barco. Preparamos rollitos de primavera que luego comeríamos como parte del almuerzo.
La experiencia de pasar una noche en el medio del mar sola en una habitación que se mece entre grandes rocas que puedo ver desde mi ventana, fue increíble. También los paseos durante ambos días. Y fuimos afortunados de ver el paisaje en día nublado y en día soleado. Ambos preciosos. Eso sí, el día soleado me permitió descansar un rato en la terraza del barco mientras dejaba que mi cuerpo se bronceara un poco más.