Mezquitas, sinagogas, Catedral y conventos. Musulmanes, judíos y católicos, conviviendo en un mismo lugar. He aquí la magia de Toledo, antigua capital visigoda, taifa de Al-andalus, y punto emblemático de la España de la Guerra civil del siglo pasado ¿Nos acompañan a desentrañar los misterios de esta ciudad medieval maravillosa?
Viajar a Toledo es adentrarse en el tiempo: una ciudad amurallada con restos romanos, con su barrio judío, su Mezquita del Cristo de la Luz, el Alcázar y todos esos detalles que hacen de ella una ciudad a la que merece la pena volver una y otra vez para enseñarla a todo aquel que viene de visita a España.
Accedemos al casco histórico de Toledo por la entrada principal: la Puerta de Bisagra Nueva cuya parte principal fue construida en 1559. A partir de aquí nos esperan cuestas y más cuestas, callejuelas estrechas, plazas y edificios con encanto, con balcones bonitos, y las vistas al río, el Tajo, imponente y hermoso.
También se puede bordear la muralla y buscar las escaleras mecánicas que nos ahorrarán una subida importante, que después podemos recorrer a pie hacia abajo y utilizar la Puerta de Bisagra como salida. Esto fue lo que hicimos en las última visitas a Toledo.
¿Qué ver en Toledo?
Todo sería mi respuesta. Toledo es para callejear durante horas (un mínimo de 3), incluso días enteros. Así descubriremos la Escuela de Arte y Oficios artísticos, las Sinagogas Santa María la Blanca y la del Tránsito en la Judería (la entrada cuesta 2,5€ y 3€ respectivamente); los jardines con vistas al río; la Casa del Greco; algún que otro Quijote o Sancho Panza, el Alcázar; palacios, conventos y calles con cuestas infinitas que desembocan a más iglesias y rincones históricos.
Y llegados a las sinagogas recomiendo buscar la Bajada de Santa Ana desde donde se aprecia, bajo la sombra de un árbol, las preciosas vistas del río que corre bajo el imponente Puente de San Martín. Y si el día está caluroso, un paseo por la senda ecológica es ideal para apreciar el entorno natural de Toledo y aprovechar una caminata diferente.
De paso obligado es la Plaza del Ayuntamiento desde donde visualizamos una parte de la inmensa Catedral Primada, hermosa por donde se la mire.
Después de disfrutar del ambiente de la Plaza del Ayuntamiento y darle al vuelta a la Catedral, podemos visitar la Mezquita de las Tornerías o dirigirnos directamente al gran Alcázar y Museo del Ejército, aunque merece la pena verlo también de lejos porque su inmensidad se aprecia aún más.
Si le damos la vuelta al Alcázar y nos acercamos a mirar el río veremos también el Puente de Alcántara, de origen romano pero reconstruido en la época musulmana y cristiana. Y volviendo sobre nuestros pasos, por la Cuesta de los Capuchinos y luego la de Carlos V, llegaremos a la famosísima Plaza de Zocodover, punto neurálgico de la ciudad. En la plaza encontramos restaurantes, bares, el tren turístico, y preciosos edificios con balcones señoriales.
Toledo se nos antoja inmenso, rico en cultura y lleno de vida pero llevamos horas caminando, incluso si hemos parado a tomar una cerveza en un bar o hemos hecho un descanso frente al río o en algún rincón mágico de la ciudad, así que toca despedirnos y qué mejor que hacerlo por una de sus puertas: salimos por la Puerta del Cristo de la Luz. Callejeamos hacia abajo, compramos mazapán típico de Toledo para probar y decimos adiós a esta maravillosa ciudad donde seguro nos queda algo por descubrir en el siguiente viaje.