Amo África. Es algo difícil de explicar. Me encanta y punto. Solo conozco en persona tres países (Kenia, Marruecos y Egipto) pero desde pequeña me fascina la idea de recorrer el continente y descubrir su pasado, me genera una curiosidad increíble. Si a ese amor le sumamos mi sueño de conocer las pirámides de Giza antes de cumplir los 30 años, digamos que el viaje a Egipto se convierte en “EL VIAJE” de este año.
Veníamos dándole vueltas a la idea: qué bueno estaría ir a Egipto este año, no? Sí, pero bueno, es caro, y además no sé si es seguro. ¿Y si en vez de ir por libre vamos por Agencia? La idea quedó en el aire pero yo no me aguante y entré en una web a mirar a ver que había y por el milagro del Remarketing un día vi el aviso: “Ganga Egipto Eterno” por 379€ vuelo, hotel y crucero pensión completa. Incluía casi todo (menos un pago extra de excursiones en destino) y nos dejaba dos días libres en El Cairo para hacer lo que nos diera la gana. Pedí consejos en foros y reservé. Así, a lo loco, casi sin pensarlo. Y dos semanas antes del vuelo, nos confirmaron que teníamos plazas. Casi no me dio tiempo a imaginar Egipto que ya estábamos allí.
Mi viaje a Egipto de una semana empieza por su capital: El Cairo. Y la visita obvia a las Pirámides de Giza: Keops, Kefren y Miserinos; y la Esfinge, por supuesto. ¡Cómo explicar lo que sentí cuando vi las pirámides! ¡Tantos años de historia delante de mis ojos! Fue tan emocionante como cuando llegamos a Machupichu. ¡Semejante maravilla arquitectónica!
Me había quedado pasmada mirando las pirámides y no me había dado cuenta que teníamos admiradoras: un grupo de niñas de provincia nos estaban mirando. Querían fotos. Ya me habían tomado fotos abajo, antes de entrar, pero querían más. “Una más, una más”. Las vi suplicar y me entró la risa: me estaban pidiendo más fotos como si yo fuera una famosa. Y ahí me acordé de Kenia y de la India donde los niños de las aldeas no habían visto nunca a una chica de ojos azules y por eso me tocaban la mano pensando que era algo celestial, según me relataron traductores. No pude más que aceptar las una y mil fotos que se hicieron conmigo y también les “presté” a David al que miraban engatusadas desde hacía un rato.
Para ver las tres pirámides al completo nos desplazamos en la Van de la agencia hasta una meseta donde perdíamos de vista las casas, los edificios, la ciudad en sí. Delante de nosotros: arena y la vista panorámica de las tres pirámides: Keops, Kefren y Miserinos. Pura paz.
Después de las pirámides es el turno de La Gran Esfinge de Guiza de unos veinte metros de alto que habría sido esculpida unos 2500 años antes de Cristo. Y cuando uno escucha semejantes fechas, se siente retroceder en el tiempo y se imagina a los egipcios de los libros, los que tanto estudiamos en la escuela. ¿Qué queda de todo eso? Lo estábamos por descubrir.
A partir de las 12 del mediodía empieza nuestra aventura: tarde libre para movernos por nuestra cuenta, solos. ¿Qué hacemos? Una amiga me dijo que podíamos tomar el metro hasta la Plaza El Tahrir para verla (Plaza de la Liberación) y de ahí movernos para ver la Ciudadela. Así que eso hicimos. Primero un taxi hasta la parada de metro Giza y de ahí en metro hasta la famosa plaza revolucionaria. Hasta que no estuve en el vagón no me di cuenta que no había casi mujeres. Busqué con la mirada y las encontré en el vagón de al lado, sin hombres alrededor. ¿Estaba en un vagón de hombres? Bueno, estaba con David que seguramente no le dejarían subir al vagón de mujeres y no íbamos a separarnos así que no podía hacer mucho. Y de repente entró una pareja, ella con el velo. Ya no era la única mujer del vagón y eso me dejó tranquila. Ya llamaba demasiado la atención con mis rizos castaños ondeando como para encima ser la única mujer en el vagón. ¿Y si alguien me decía que no debía estar ahí? ¿Qué hacía? Nada extraño pasó y el viaje resultó muy confortable.
En la Plaza Tahrir no estuvimos mucho tiempo. No había gran cosa que ver. Está el Museo de Egipto pero lo dejamos para otro día. Queríamos ir a la Ciudadela, a ver la Mezquita de Muhammad Ali y las vistas de la ciudad desde el mirador. ¿Pero cómo vamos? No tenemos ni idea así que preguntamos a la gente para tomarnos un taxi pero enseguida nos damos cuenta que quieren llevarnos hasta algún lugar para pedirnos luego propina. Ya nos advirtieron de eso así que agradecemos y nos damos media vuelta, hasta que… veo a dos chicas adolescentes. Seguro nos ayudan, pensé. Les pregunté dónde podía tomar un taxi para la Ciudadela y si me costaría muy caro y ellas me respondieron en su idioma, supuse, algo así como que mejor tomar un bus y sin dejarme pensarlo ni consultarlo con David, estaban haciendo señas al bus que parara y luego señas a mi para que me diera prisa y subiera. Y eso hice, me subí y David se me quedó mirando como diciendo “¿Estás segura?” Y no, la verdad es que no estaba segura de nada pero ya estaba en el baile y me dije “bailemos”, y me despedí con un “shucran, shucran”, mi “gracias” mal pronunciado en árabe.
El viaje en bus fue curioso. Por supuesto éramos los únicos extranjeros. Por supuesto, nos miraban, pero no mucho tampoco. El revisor nos cobró a los diez minutos de estar en el bus dando la vuelta a la Plaza el Tahrir: 3 libras egipcias. Lo que pagan todos, sin timos, sin cobros demás. Entró una señora anciana y David le ofreció el asiento. Entraron señoras con niños y yo les ofrecí el asiento pero encontraron otro antes. Así que viajé casi todo el camino sentada y mirando por la ventana, maravillada con las calles del centro, las mujeres yendo de tiendas, una protesta pequeña con carteles y altavoces en una esquina, vendedores anunciando su fruta más adelante, un carro de caballos junto a un autobús moderno. Rodeados del incesante sonido de las bocinas de los coches, no sabíamos bien cuándo llegaríamos a La Ciudadela. ¿Y si el chofer no nos avisa? ¿Y si nos deja lejos? Preguntas que se arremolinaban en nuestras cabezas y una y otra vez me venía la respuesta “confianza, se trata de confianza, y de dejarse llevar y disfrutar el momento” y eso hice. Me sentía feliz de estar por un momento libre de los planes organizados de la agencia.
Al llegar a una zona me pareció intuir que la imagen que veía al fondo era parte de la Ciudadela así que le dije a David “acá, acá, bajemos” y tratando de demostrar seguridad lo guié hasta lo que yo había visto en fotos y que creía era la Ciudadela. Tuvimos que retroceder un poco porque el bus había doblado ya cuando nos bajamos, así que volvimos hacia el edificio esquivando puestos de comida, gallinas, gente comprando verduras, y algunos coches, porque las aceras estaban ocupadas además de destruidas. Después de 100 metros, llegamos al edificio que resultó ser la Mezquita Madrassa del Sultán Hassan.
Frente a la Mezquita Madrassa del Sultán Hassan, vemos lo que nos parece que es La Ciudadela y un local nos lo confirma, no sin antes contarnos una mentirijilla sobre ella: asegura que está cerrada porque está el presidente de Arabia Saudita y que no abre hasta las 5 pero que mientras él puede llevarnos a la Mezquita azul sin coste alguno. Como esta es otro de esos timos de los que nos advirtieron tanto, pues le agradecemos y nos vamos por donde nos parece que está la entrada. Confirmamos en el camino con un hombre que está metido dentro de una especie de local de venta callejera del que no logro descifrar su función real. Después de dar toda la vuelta a la Ciudadela por fin encontramos su entrada junto a la autopista, donde descubrimos que no solo está abierta sino que cierra sobre las 5 de la tarde. De haberle hecho caso al improvisado “guía” no la veíamos.
La entrada a la Ciudadela cuesta unas 60 libras egipcias, así que le damos un billete de 200, pero en un momento que no sabemos identificar el boletero nos muestra un billete de 100 como si fuera el que le habíamos dado, y nos dice que nos faltan 20 libras. ¡¿Cómo?! ¿Qué? ¿Por qué? pero yo le di 200…Pero ante la confusión le damos 20 libras y entramos y nos quedamos pensando en si era correcto el billete que le habíamos dado y recordando los cambios anteriores y sí, nos lo cambió en algún momento pero ya era tarde para reclamar. Así que al final nos han timado de la manera que menos pensábamos. A veces eso pasa, crees que te las sabes todas sobre timos y caes en el menos pensado. Y así fue como perdimos 10€ tontamente y sin quejarnos.
La Ciudadela y sus Mezquitas nos encantaron. Quizás porque no nos esperábamos nada, porque habíamos visto solo una foto general y poco más, quizás por la grandeza o por sus detalles. La Ciudadela de Salah el Din es una fortificación islámica medieval (1176-1183) ubicada en la colina de Mokattam muy cerca del centro de la ciudad. La altura permite apreciar una vista panorámica de El Cairo que impresiona por su inmensidad.
En la Ciudadela es donde está la famosa Mezquita de Muhhamad Ali o la Mezquita de Alabastro construida entre 1830 y 1848.Es realmente enorme y en su sala de oración tiene una gran lámpara colgante que impresiona mucho. También el patio cuyas arquerías está hechas de alabastro, es también muy bonito. Merece la pena la visita.
Después de la visita a la Ciudadela, queríamos ir al Parque Al Azhar pero teníamos unos tiempos un poco justos porque esa noche volábamos a Luxor y no queríamos arriesgarnos con el tráfico de locos que hay en El Cairo así que nos tomamos un taxi al hotel. Antes nos cruzamos con un guía local de habla hispana que nos acompañó insistiendo que no quería dinero y aunque tratamos de deshacernos de él no se fue y terminó por meterse en nuestro taxi porque según nos contó vivía en Guiza y le venía bien el trayecto. Nosotros no lo invitamos pero no podíamos decirle que se baje, era muy poco hospitalario así que me mostré amable, no sé si por miedo o por qué razón. La cuestión es que estaba muy interesado en que lo contrataramos para hacer una excursión al museo, al Barrio Copto y al bazar que aunque teníamos idea de hacerlas por libre, me mostré interesada y acepté su teléfono. Pero el viaje en taxi, de unos 7€, no le salió del todo gratis ya que de camino le estuve haciendo preguntas sobre cada cosa que veíamos y él respondió muy alegre. Nos contó por ej. que los edificios que vemos abandonados en realidad no todos lo están, en muchos vive gente de okupa y ponen maderas o ventanas improvisadas para no tener que pagar ni impuestos ni nada pero que dentro tienen ciertos “lujos”. No sabíamos si esto era real o no pero posteriormente preguntamos a otro guía y nos dijo que había muchísimos edificios abandonados, a medio construir pero que sí, podía haber algunos que estuvieran aprovechados por familias que venían de otras zonas.
Día dos en El Cairo
Por la mañana fuimos al Museo egipcio de El Cairo, con el guía al que conocimos en Luxor que ya estaba de regreso en su ciudad: Mohamed, un arqueólogo y piramidólogo muy inteligente y muy simpático que nos enseñó 10 de las 62 salas del Museo y los tesoros mejor guardados. Las joyas de Tutankamon y sus sandalias; el busto de Hapsepsut; una cámara funeraria; la estatua de un sacerdote nubio o de un enfermo; inscripciones jeroglíficas con sus colores originales; y mucho más. Piezas de miles de años atrás que te dejan con la boca abierta. Y solo estuvimos tres horas en el Museo. Imaginen el tiempo que haría falta para recorrerlo entero.
Después del Museo, nos fuimos a recorrer el Bazar Khan el Kalili, donde miles de baratijas y adornos se amontonan en puestos callejeros llenos de colores. Todos te llaman y te hacen ofertas pero “sin agobios” como dicen ellos en su español con acento árabe. Aquí es donde más noto la pérdida de turismo que ha sufrido Egipto desde la revolución de 2011. Tras recorrer el mercado entero, solo hemos visto dos turistas.
Después de comprar los recuerdos de siempre a nuestros familiares, visualizamos una callecita dentro del mercado donde hay muchos locales bebiendo te, charlando y riendo. Así que nos sentamos en una tetería y disfrutamos de un te con menta mientras miramos la gente pasar, los vendedores ambulantes entrar y salir, la vida cariota surgir delante de nuestros ojos.
Antes de volvernos a la Plaza Tahrir para tomar el metro que nos dejará en Guiza donde está nuestro hotel, me paro en una esquina donde hay chicas y chicos reunidos riendo. Algo están haciendo con sus manos ¡Es un juego! Sí, están jugando y riendo. Los miro y sonrío y me sonríen. Qué alegría ver tantas sonrisas en un pueblo que ha sufrido tanto. ¡Qué alegría!
He leido vuestro articulo con mucha atecion y me ha parecido util ademas de bien redactado. No dejeis de cuidar este blog es buena.
Saludos
turismo rural en valencia http://www.casaruralantiga.com/turismo-valencia
¡Gracias! Un saludo.
También esta nota esta muy buena. Buen viaje hiciste!!
Hola.
Me gusta muchísimo la descripción de vuestro viaje
Me interesaría saber con que agencia o en que web reservasteis el tour
Un saludo
Hola Ana Lucia, lo contratamos todo desde la web de Atrapalo. El paquete se llamaba Egipto fantástico o algo similar. Dime si lo encuentras porfa.
Gracias! un abrazo y buen viaje
Hola
Soy de Chile y desde pequeña que sueño con ir a Egipto. Hoy me dio la locura y estoy planeando un viaje para unos dos años más. Buscando por seguridad (porque lo primero que me dijeron cuando comenté mi plan es que mejor ni pensar en ir por el caos que se vive allá), me encontré con tu blog y sobre la entrada de seguridad. Me puse a leer el resto de tus posts sobre el viaje y no ha hecho sino reafirmar mis ganas de viajar jaja.
Muchas gracias, tendré muy presente tu blog en un futuro, espero, muy cercano.
Saludos!
Hola Emma! Desde lejos siempre oímos cosas sobre los lugares que a veces son exageradas. De hecho, me pasa a mí con Turquía, tengo un conocido viviendo allí y me cuenta que su vida sigue de forma natural más allá de los atentados que ha habido en aeropuerto y otras partes del país. Es como si una no viajara a Paris o Londres por los atentados que hubo recientes. En Egipto, en la mayor parte del país, la vida sigue y la revolución de 2011 está dormida. Ha habido algún incidente desde entonces pero no ha afectado a turistas en general. Sobre otro tipo de seguridad, es como en todas partes, hay que cuidar la cartera, tener cuatro ojos ante las posibles estafas y engaños, pero no dista mucho de nuestros países.
Ojala prontito puedas viajar a Egipto, un país maravilloso.
Un abrazo viajero
Alguien de México que recomiende agencia de viajes seguro para ir a egipto.