Como comenté en anteriores post, en 2014 comencé lo que me dio por llamar «Mi propio viaje por Latinoamérica«, recorriendo la provincia de Misiones así como Mendoza, Salta, Jujuy y Buenos Aires.
Misiones quizá no estaba en nuestros planes originales pero un amigo de David que vivía en Posadas, capital de la provincia nos invitó a pasar unos días con su familia. Así fue como se convirtió de la noche a la mañana en uno de los destinos de este peculiar viaje mezcla de vacaciones y trabajo en remoto.
Recorriendo la provincia de Misiones
Dejamos Corrientes por la tarde y llegamos a Posadas bien entrada la noche. La ruta nos había dado pistas de lo que allí veríamos: tierra colorada, palmeras, casitas bajas, algunas de adobe, y gente cálida y tranquila.
Fuimos a casa de un amigo y cenamos unas empanadas. Veníamos viajando desde Mar del Plata, habíamos disfrutado de los Carnavales de Corrientes, y todavía tendríamos dos días libres antes de ponernos a trabajar.
Visita a las Cataratas del Iguazú
Al día siguiente, emprendimos viaje hacia Puerto Iguazú. Ambos habíamos estado ya en la zona pero queríamos volver a ver las Cataratas del Iguazú. Estábamos a casi cuatro horas de camino en coche así que llegamos al Parque Iguazú sobre el mediodía.
Tuvimos algún inconveniente para acceder porque no aceptaban el pago de la entrada con tarjeta y llevábamos escaso dinero en efectivo pero dentro del Parque hay curiosamente servicio de cajero automático.
Al entrar al Parque, optamos por ir hacia nuestro objetivo principal de ese día que era «La Garganta del Diablo«, un conjunto de cascadas que tiene 80 mts. de altura.
Años anteriores ambos habíamos hecho el circuito chico y el circuito largo y también la aventura de la lancha que te lleva debajo de las aguas de las cataratas. Las nubes nos perseguían y temíamos que lloviera porque no íbamos preparados para mojarnos y porque en una ocasión anterior la lluvia había bloqueado algún que otro puente. Pero pudimos disfrutar de una hora del sol antes de que la tormenta nos sorprendiera de camino al puente que llega a la Garganta del Diablo.
Nos empapamos. El agua nos nublaba la vista. Era casi imposible seguir avanzando por el puente pero habíamos hecho muchos kilómetros para ver La Garganta del Diablo y no nos íbamos a echar atrás.
Después de varios puentes, llegamos por fin a nuestro destino, mojados pero felices, y la blancura de las aguas de la catarata más grande del parque nos invadió. Es realmente hermosa y la sensación de estar rodeado de tanta agua cayendo con semejante fuerza que te ensordece es increíble.
Al regresar a la estación de Garganta del Diablo decidimos hacer la cola para tomar el tren ya que volver caminando se complicaba sin calzado adecuado para el barro. El paisaje selvático es hermoso pero la lluvia complica la excursión por los distintos caminos del Parque Natural de Iguazú. Así que ese día no pudimos recorrer mucho más.
Volvimos a la estación principal y emprendimos el regreso a Posadas en coche. Teníamos por delante más de cuatro horas de lluvias y barro en la ruta.
Visita a las Ruinas de San Ignacio del Miní
Al día siguiente, volvimos a la carretera. Esta vez para conocer las ruinas de San Ignacio, a 60 km de Posadas. No están muy promocionadas así que nuestras expectativas no eran muy altas pero nos llevamos una linda sorpresa al descubrir que tenemos en la Argentina una de las reducciones jesuíticas mejor conservadas de Latinoamérica.
Las ruinas de San Ignacio Miní fueron fundadas en el siglo XVII para evangelizar a los nativos de la zona, los guaraníes. Tiene una distribución típica de un pueblo: la Iglesia, la casa principal, el cementerio, el cabildo. Sin embargo, impresiona su altura, sus detalles bien conservados y su color rojizo como la tierra que la rodea. Nos llamó la atención que el cementerio siguió utilizándose hasta los años 70′ del siglo pasado por lo que es una mezcla de tumbas antiguas de diferentes épocas y estilos.
Disfrutando de Posadas
El fin de semana largo había terminado y aunque queríamos seguir recorriendo la provincia de Misiones, teníamos que volver al trabajo. Es lo que tiene trabajar en remoto y no estar de viaje de vacaciones. Regresamos a la pantalla, a las teclas, los números, los informes y demás quehaceres del marketing digital. Pero, la parte buena es que al terminar nuestra jornada laboral aprovechábamos a pasear y disfrutar de la ciudad de Posadas.
Posadas tiene una costanera muy pintoresca y una playa extensa donde pudimos tomar sol, caminar, tomar unos mates y disfrutar de las fresquitas aguas del río Paraná sin alejarnos de la orilla.
¿Alguna vez se bañaron en un río? Este estaba muy limpio y fresquito.
La costanera de Posadas fue todo un descubrimiento para mi y fue protagonista de nuestro broche de oro a un viaje inolvidable a la provincia de Misiones. Me encantan los atardeceres y éste fue precioso.