Después de nuestros días en Ho Chi Minh necesitábamos algo de playa y relax así que nos fuimos a Mui Ne, la siguiente parada del Open Bus que recorre toda la costa vietnamita hasta la capital. En Mui Ne pasamos dos días tranquilos, de paseo por la playa, de baños en el mar, de batidos de frutas en El Latino y de visita a las dunas y a paisajes mágicos. Lo peor: el calor húmedo.
Nos hospedamos en el Hotel Backpacker Resort que como su nombre indica es una especie de resort para mochileros, lo cual significa que seguimos pagando 5 dolares la noche cada una por una habitación doble pero que disfrutamos de las tumbonas de madera frente al mar. Al tener cocina nos permitió prepararnos nuestra propia comida para mediodía así ahorramos algo para después gastárnoslo en la cena.

La playa de Mui Ne es extensa así que un paseo por la arena es la mejor opción para conocerla. Nos pudimos bañar en el mar un par de veces aunque con cuidado porque es de oleaje bravo y tiene muchos pozos. De todas formas, mucha gente en esta zona practica surf, kitesurf y otros deportes de viento y olas. Nosotras no nos atrevimos en esta temporada de lluvia con el monzón de Filipinas que nos trae sus vientos y aguaceros.

La visita a las dunas es otra de esas cosas que se puede hacer por cuenta propia o con un jeep turístico. Nosotras elegimos el jeep porque al parecer es lo más cómodo y barato. Son cuatro horas y se visita el Fairy Stream, un pueblo pesquero, las dunas blancas y las dunas rojas. En cada sitio te aguarda alguna actividad turística de las que yo decidí pasar olímpicamente y me dediqué a caminar como siempre.
La primera parada es el Fairy Stream, un lugar mágico que no te esperas encontrar en Mui Ne, una formación arenosa que transcurre a lo largo de un riachuelo de aguas coloradas y que termina en una pequeña cascada. Caminamos durante media hora por el río admirando la belleza del entorno, los colores de las formaciones, las palmeras y los árboles que bordean el camino, y regresamos a la entrada para la siguiente parada con la imagen de un paisaje increíble.


La siguiente parada fue corta, simplemente cinco minutos para ver los barcos en el mar del pueblo pesquero próximo a Mui Ne y las langostas y peces en cuencos de plástico con un poco de agua en el suelo de la calle frente al mar.

fueron las dunas blancas, donde se puede alquilar un cuatriciclo. Yo prefería caminar por las dunas como si estuviera en el desierto del Sáhara y evitar así arruinar más el entorno. De todas formas, es difícil alejarse del ruido que hacen los cuad cuando aceleran sus motores. Y el olor que desprenden es horrible. Por suerte, durante un rato pudimos disfrutar de unas dunas alejadas sin huellas de cuads y admirar la Naturaleza en silencio.

La última parada fueron las dunas rojas, menos espectaculares que las blancas por su tamaño pero más llamativas por su color. Aquí cientos de niños y mujeres intentan alquilarte un trozo de plástico con una soga para que te deslices por los médanos de arena. Muchos turistas se atreven a lanzarse y disfrutar de la velocidad de la caída. Yo con mi dolor de espalda, preferí evitar lesiones y seguir disfrutando del paseo por la arena.

Por la noche, para cerrar nuestro viaje de dos días a Mui Ne, cenamos en un restaurante de pescados y mariscos donde van los locales, bajo los árboles y frente al mar y nos despedimos de la ciudad. Para escapar del calor, nuestro siguiente destino sería Dalat.