¿Preparados para embarcarse en un Crucero por el Nilo? ¿Listos para espiar las maravillas farónicas a orillas del segundo río más grande del mundo? Entonces, pasen y vean, asomense a la proa o siéntense en una tumbona a babor o estribor, pidan un zumo de naranja natural o un té de menta. Relajense, dejense llevar por las lentas aguas del Nilo y disfruten de este viaje por el Egipto más ancestral que hayan podido imaginar jamás.

Viajamos a Egipto en búsqueda de las grandes leyendas y mitos faraónicos: queríamos pisar tierra de Nefertiti, de Ramsés II, de la reina Hapshetsut, de Tutankamón, de Cleopatra y de tantos farones de los que oímos hablar en documentales y libros de historia. Queríamos también conocer el Egipto urbano y rural, la convivencia del antiguo Egipto con la gente de hoy y adentrarnos en sus secretos mejor guardados. Y la realidad es que el viaje superó nuestras expectativas en todos los sentidos.

Después de recorrer el Cairo, aterrizamos en Luxor donde visitamos el impresionante complejo de Karnak, con sus columnas llenas de jeroglíficos, algunos de ellos con los colores originales. El templo de Karnak, dedicado al dios Amón, te deja boquiabierto desde el primer instante.

De Karnak nos trasladamos al Templo de Luxor. Algo más pequeño el templo de Luxor, estaba conectado al de Karnak por un pasillo de esfinges pequeñas que hoy en día siguen en proceso de restauración.

Si nuestro primer día en este crucero por el Nilo ya estaba siendo increíble, lo siguiente lo hizo aún más: nuestro guía nos trasladó al Valle de los Reyes, una necrópolis del Antiguo Egipto donde pudimos visitar las tumbas de algunos faraones antes de dar la vuelta y acudir al grandísimo Templo de la reina Hatshepsut.

Antes de volver al barco y empezar la navegación por el Nilo hacia el sur, hacemos un visita rápida a los Colosos de Memnón, dos estatuas gigantes de piedra que representan al faraón Amenhotep III y donde aún hoy siguen las restauraciones.

Ahora sí, dejamos de lado la antigua civilización egipcia tras ocho horas de visitas a templos y tumbas y nos dedicamos a descansar. Ha llegado el momento de relajarse en la cubierta del barco, de tomar el sol mientras el río Nilo discurre lentamente a nuestros pies, de degustar un té con menta preparado con cariño por la tripulación, mientras nos asomamos a la vida rural del sur de Egipto.

De vez en cuando, un niños nos saludan desde la orilla, un adulto nos observa asomándose entre las plantaciones en el medio del campo, unos adolescentes corren río abajo intentando alcanzarnos. Ahora una barca se aproxima y ata una cuerda a nuestro barco. ¿Qué sucede? Nuestra alerta se activa durante unos instantes hasta que comprendemos que se trata de vendedores ambulantes que desde su pequeña embarcación anuncian hermosos manteles a la venta al grito de “María, mira este, María, elige uno, no importa precio” y nos reímos por su agresiva estrategia de marketing que consiste en arrojar los manteles al balcón de la señora que se asoma con interés al grito de su nombre.

Seguimos disfrutando del paisaje, de nuestro té con menta, del descanso y del silencio del viaje por el Nilo. El Sol empieza a caer y presenciamos un hermoso atardecer. Perfecto final para un día cargado de emociones.

El crucero sigue su camino mientras la noche llega y vemos cómo cruzamos las compuertas de la esclusa de Esna. Y navegamos hasta llegar a Edfu donde pasamos la noche arrullados por el Nilo. Al día siguiente, nos montan en unas calesas (nunca me gustó subirme a ellas por el maltrato que sufren los caballos pero está incluido y no quiero arruinar el viaje a nadie protestando) que nos trasladan por medio del pueblo hasta el Templo de Edfu, templo ptolemaico dedicado a Horus.

Después de la comida y un merecido descanso en la cubierta del barco con el ya tradicional té de cortesía, volvemos a desembarcar antes de que caiga el sol a orillas del Templo Kom Ombo, otro templo ptolemaico donde por fin vemos la figura de Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto, y disfrutamos de un hermoso atardecer.

De camino de regreso al barco, atravesamos el mercado de Kom Ombo donde sus vendedores se desesperan porque llevemos alguna prenda para la fiesta de disfraces de esta noche. Al final del camino, sin la presión de los vendedores más insistentes, compro un colgante y luego en el barco un pañuelo blanco con moneditas que me ayudará a inventarme un disfraz de una Cleopatra moderna con vestido corto. Antes de subir al barco, a David le ofrecen 300 mil euros en camellos por mi y nos alejamos riendo de las ocurrencias de los egipcios. ¿Cuánto? dice David al aire mientras se gira y yo lo empujo riendo.
La fiesta en el crucero resulta muy divertida: bailamos, jugamos, reímos y nos hacemos fotos con nuestros disfraces improvisados, mientras el barco sigue su navegación por el Nilo lentamente sin que nos demos cuenta.

Al día siguiente estamos en Asuán. Visitamos el obelisco inacabado y la antigua represa protegida por militares por ser un punto estratégico para Egipto y su seguridad nacional: si alguien la atacase, media población egipcia quedaría bajo las aguas del Nilo. Ahí arriba, las vistas del río son impresionantes.


Por la tarde, tenemos nuestra última excursión del Nilo: una visita a un pueblo nubio que incluye un paseo en lancha y otro en camello por las arenas de las orillas del río. Durante el paseo en camello hablo con Mustafá, el que los guía, y nos reímos de los nombres de los camellos: Ricky Martin y Alonso.

En el pueblo nubio, descubrimos casitas de adobe preciosas, de distintos colores, con diferentes formas; un mercado con especias y adornos variados; y gente del pueblo caminando de un lado al otro. En la casa a la que somos invitados nos sirven el té de cortesía y nos convidan con una pasta que sabe a mantecol y una miel roja deliciosa en la que podemos mojar un pan casero hecho al calor del sol. Desde lo alto de la casa, se aprecia el pueblo y los detalles de la cultura nubia, una cultura más propia de África subsahariana, una cultura llena de color.

A la noche, nuestro guía nos lleva de forma altruista a dar un paseo por las calles de Asuán. Es jueves y al día siguiente es festivo así que las calles están llenas de gente paseando, niñas y niños, adolescentes, jóvenes parejas, matrimonios, familias. Nos sentamos en una cafetería y pedimos té mientras compartimos una cachimba de tabaco de manzana todos juntos. El bar está muy animado pero son todos hombres. Solo en nuestro grupo hay mujeres. No hay turistas a la vista. Me giro y veo que somos parte del paisaje urbano, que no nos miran tanto como en otros sitios y me siento integrada en el ambiente por unos instantes, dándome el lujo de apreciar la auténtica noche de Egipto.

Al día siguiente, no tenemos excursiones programadas. Decidimos descansar, apreciar el paisaje, leer, y conversar. Y así, con la felicidad de haber cumplido un sueño, termina nuestro crucero de cuatro días por el Nilo que sin duda recordaremos por los siglos de los siglos.

Si tienes dudas sobre la seguridad de viajar a Egipto en 2016 lee el post ¿Es seguro viajar a Egipto?